Empápame como la lluvia,
nada más con tus licores,
con ese delicado deseo que desbordas,
cuando siento que nuestros labios
se funden cual dos bronces.
Que no haya más que la noche
arropando nuestros cuerpos;
tus ojos, tus manos, tus palabras,
me dicten cómo y dónde acariciarte.
Besarte, amarte mengana,
que el alba nos diga
que su hermana la noche
nos capturó liberando esas mariposas,
y no pudo entender como tu y yo
nos volvimos uno y llegar a las nubes.
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