A una tarde donde el viento no llovía.
No eres más que un montón de ausencias rendidas ante la desesperanza;
por más que trato de no confiar en ti,
me lleva el dogmatismo de besarte.
Al alejarme sigiloso y sin temores
soy visto como Él loco,
y trato de escaparme entre las estatuas de las plazas,
pero el viento hediondo a sexo me enajena;
e inconscientemente te recuerdo,
y olvidé lo que no hice,
recordé que no lo haré...
... En mi paciencia de féretro te encuentras,
con tu inexorable angustia por vivir,
y si en la impaciencia me apoderas,
tu hipócrita mano me hace sonreír...
Cómo pactar contigo si nos repelemos,
sin comprender siquiera lo que sucedió,
pero entiendo que ansías que manipulemos,
a la muerte
y sus horas que una vez nos dio...
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