Fue presa de una locura la cual no había nacido, era la misma que anteayer le helaba los huesos.
Ese día, Dios no quiso asistir al nacimiento del verbo, quedo e inerme, pasó sus siete días observando cómo los poetas construían el mundo, y él, altivo y distante de lo humano como siempre solía ser, fue transformado en gloria por los hombres, sin saber que la misma, era una estatua donde acudían a cagar ciertos significantes...