Como un bebe prematuro,
ajeno a las sombras de la muerte,
Ocultando la cara de la injusticia,
Recordando las mañanas del pensamiento adolecido,
Marcando el compás de los pasos,
Observando las huellas alojadas en la piel.
Y sonríe el corazón adormecido,
Y se escucha el pensar de cada nube,
Y se lloran las ramas del encanto,
Y se duerme en agonías callejeras...
Cada vez que llega el huésped que detiene nuestra muerte,
Que comparte los besos tenebrosos,
Que se dejan caer en las montañas;
En los mares,
Que deja huella en el firmamento,
Que aloja dudas y desenfreno,
Resplandece la neblina del deseo.
Usando como cómplice la noche abrumadora
Cada estrella que duerme en la sonrisa
Cada roce de cuerpos en la aurora
Cada espacio ultrajado a la brisa.
Una espina que se incrusta muy adentro,
Una lágrima que recorre el hígado,
Mariposa azul que baja al hormiguero,
Hormiguero que brota de los sueños,
Recuerdo que hiere el intestino,
Abrazos calurosos escondidos...
Una muerte dentro de uno,
un sentimiento que nace.
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