
no lejos de la noche
mi cuerpo mudo
se abre
a la delicada urgencia del rocío
Alejandra Pizarnik
Eres como un vals vienés, en una noche donde el vino es escaso
Eres como esa sombra que a veces nos da la sensación de alguien extraño
y que luego reconocemos como algo nuestro causado por la luz y la posición del cuerpo
Eres como ese café a primera hora de la mañana, que despierta un poco, que provoca ser acompañado con un cigarrillo
Para sentarse a pensar en esas necedades que pensamos los soñadores, los locos y los sinónimos que me haces ser
Eres como ese sueño que nos gusta a mitad del soponcio y, que al mismo tiempo desagrada porque se va, se pierde en la memoria o en su hoyo abismático.
Eres una playa desnuda de humanos, con ese sol nocturno que se enciende en esos ojos que se ven y todo se dicen,
Que se ven y todo se callan
Eres como las notas de este piano que ahora oigo, que Beethoven me dio para escribirte que eres como una fiesta del siglo XVII, solemne, callada, aburrida, exitosa
Eres como esa noche abierta que nos sale del pecho
como un latido de lluvia y de tristeza
Eres un chocolate que se derrite en los dedos
Y que provoca ser regado por los labios
¿Eres acaso esa mujer que he dibujado en mis palabras?
Eres. Ya no sé qué eres. Sólo sé que eres.
¿Pero, qué eres?
Este Cuerpo espera la respuesta... O al menos un alivio.