viernes, 16 de noviembre de 2012

Deconstrucción de un constructo.

                                                                                                       
                                                                                          Para una tulipán.                                                                                                               

Aun cuando esta noche, tu piel no moje mis sentidos de fluidos estenopeicos
Aun cuando no hice de tus jadeos un sinfín de notas coloridas
como esas luces que de niño explotaban en el viento
para así dar paso a otro calendario, a otras briznas.

Aunque esta noche noche tus cabellos no hayan sido las cuerdas de este violonchelo
añejo que existe en mis glándulas sudoríparas
Aun cuando esta noche tus manos se escondan en la almohada
como queriendo atrapar sueños olvidados o viejas mordeduras.
Puede que este calor, esta noche te contemple silente
así, como pescador en alta mar.
Aun cuando sin querer
nuestros sexos no entablen un diálogo subversivo
como manos que se enfrentan en un piano
Esta mañana
late tu tierra en mis venas.

miércoles, 3 de octubre de 2012

En un rincón de la vida, di con vos.

Tu piel húmeda de sudor viajero, atravesando el aire de mi lengua que inhala tu danza de caderas de mar encabritado.
Yo hice un pincel de mi nariz.
Y quise excavar la luna en tus piernas samanes frutos de aguijones mieles capa de ozono.
Entonces me hice con tus párpados una ventana de cosquillas azules, como los altos vértigos de esas mariposas que nadan esperando tu asomo en alguna plaza de esta ciudad convulsionada.
Esta ciudad tan distinta a la que de niño conocí, tal vez porque la mía, era aquella calle del barrio dónde tantas veces dejé marcas de rodillas, codos, lágrimas y sueños.
O aquellos espacios que aún recuerdo, ya sea por nostalgia, identidad, por una obligatoria decisión de la memoria de saber que hubo alegrías y que en este presente avasallante no cuesta casi nada sonreír.
Y de nuevo tu presencia en este tratado sobre el tiempo, oloroso, llameando en mi hambre como ola infinita, como insulto cotidiano de urbe esquizofrénica, y mi sosiego allí, en un recodo del viento fumándose tus besos a una hora de pesadas multitudes.
Son las 8:46 de una noche calórica, y mi olfato te oye las pisadas, y me hago creyente de Pavlov, y vivencio este tambor que levanta llamas en mis ojos, y la piel dispersa sus moléculas en este espacio citadino que se vuelve lo más íntimo del día.
Allí me disgrego como estrella en tus brazos de cascadas florales, y respiro tan hondo que pruebo el universo.

domingo, 26 de febrero de 2012

Pan, ruido y violín...

Esta ciudad es violenta.
Tu sonrisa me sirve de horizonte.
Tus palabras brindan dulce acalorado.

¿Qué hago sin bailar la música, las patillas que nacen de tu
vientre, en un lugar donde arrastro el significante del tiempo?

Las hojillas
de
mi
mirada
no
quieren 
herirte.
Soy ciruela pasa eyaculante de verdes violines.
Eres nitidez floral aguijoneante.
Mi calma
sale a 
ver el sol
y cae
la noche.
La mañana me esconde sus secretos en tu ser.

martes, 7 de febrero de 2012

Descubriéndote


Te escribo esta carta porque sé que la vida, también está hecha de palabras. Y porque aunque mis silencios asomen en tus ventanas dudas y frenos, los silbidos de tu presencia impregnan la estancia austera que te brindo.
Lo que soy, se encuentra en constante significación ante tu fémina esencia, rebelde, constructora, ésa que sabe dar en el momento justo las flores necesarias para saber...
Tu que presentas tu risa ante mi admiración, como puño que nace para estremecer  los nidos del olvido.
Tu que cruzas la sábana dejando en el aliento un vino suntuoso.
Tu que abres el sol en tus senos hacia la famélica contradicción de mi humanidad.
Esta vez te diré muy cortamente, lo que en pocos minutos me haces estallar en esa intangibilidad llamada alma.