jueves, 22 de enero de 2009



Cuando tú te quedes muda,
cuando yo me quede ciego,
nos quedarán las manos
y el silencio.

Cuando tú te pongas vieja,
cuando yo me ponga viejo,
nos quedarán los labios
y el silencio.

Cuando tú te quedes muerta,
cuando yo me quede muerto,
tendrán que enterrarnos juntos
y en silencio;

y cuando tú resucites,
cuando yo viva de nuevo,
nos volveremos a amar
en silencio;

y cuando todo se acabe
por siempre en el universo,
será un silencio de amor
el silencio.

Andrés Eloy Blanco

1 comentario:

Fuser dijo...

Viejo Andrés,
tu voz chillona en los laberintos de mi mente me recuerdan los pasajes de un volumen de tu Poda leídas a estúpidas adolescentes.

Me quedé muchas veces en silencio por ser desplazado en mi trova por algun boludo con una que otra sandez en su boca.

Pero también recuerdo amigo de antaño, las mieles de mayor disfrute producto de esa tu Poda que solía llevar bajo mi brazo, entre timbres de cigarrillo clandestino, café y tequeño cantinero...

Amigo Andante, vos sabés lo que es la poesía para nosotros, tanto que no concebimos el amor sin que medie ella. Y si no que diga lo contrario la del velo, la Utopía...

En el alegro de un fagot vivaldiano, el de siempre, el otro errante.

Fuser.