miércoles, 18 de agosto de 2010

Tos Y Flatulencias...


Mantengo mi paso sin huella, sin no-ser, dentro de un lugar que poco a poco se confunde
con esa misma tonada sigilosa de los bares escondidos en los techos flotantes de los manicomios,
es el olor a fragor y a lunes el que me despide de esta ausencia, mi existencia ahonda aún más en su duda, esa pregunta atascada en la garganta con ganas de molestar hasta mi ánimo, que últimamente puede ir en direcciones indecisas y alejadas hasta de andenes y otras plazas no sin estatuas, sino con lenguas colgadas en los rabos de las ardillas. Yo sé que esta ciudad es un vaso que lleva la sed en las vaginas, donde a través, por encima, por debajo, o en ninguna de las anteriores, se ve la misma sombra que cruza sin cuerpo matemático, dejando atrás las más aturdidas lápidas hediondas a café, si es que el café, puede, en todo caso ser agua o tubería alcohólica.
Hace poco que las cosas se me aparecen con nombres invertidos y hallo de nuevo un lápiz en el lugar que antes ocupaba un gato, ¿Qué se hace en caso de que la marioneta ya no use saliva para divertirse? ¿Cómo es que la pólvora siendo una carta de trasmisión sexual puede vagar núbilmente por las esquinas de una cafetería poco acomodada?
Hoy, ya no sé cuándo regresaré al eje inventado que desvió mi mirada hacia pared llena de abismos y leguas de sino y de desmembramiento existencial...
En todo caso, retornar, sería morir de aburrimiento, o si no, vivir sin muerte que es igual a vivir despreocupadamente sin nada que lo angustie.

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